El Día Internacional del Flamenco celebra la decisión de UNESCO de declarar este arte Patrimonio Inmaterial de la humanidad durante el Congreso de la Organización en Kenia el 16 de noviembre de 2010. En este caso les mostramos un trabajo sobre "la Argentinita" realizado por Rubén Guerreiro Polonio.
TRABAJO DE INVESTIGACIÓN
LA ARGENTINITA
-VIDA
Encarnación
López Júlvez, conocida artísticamente como La
Argentinita (Buenos Aires, 3 de marzo de 1898-Nueva York, 24 de septiembre
de 1945) fue una bailarina, coreógrafa y bailaora de flamenco hispanoargentina.
Es hija de inmigrantes españoles en Argentina, donde su padre abrió un negocio
de telas. En Argentina murieron dos de los hijos a causa de una epidemia de
escarlatina, por lo que decidieron volver a España en el año 1901. Con tan solo
4 años, se inició en el mundo del baile
junto a Julia Castelao. A los 8 años tuvo su primera actuación en público en el
teatro-Circo de San Sebastián. A partir de ese momento empezó a conocerse como La Argentinita para
distinguirla de Antonia Mercé quien recibió el nombre de “La Argentina”.
Después de recorrer España, recaló en Madrid, trabajando en distintos teatros. Conjugaba el flamenco,
el tango, las bulerías y los boleros, que resultaron novedad en su época.
Su éxito la llevó a Barcelona, a
Portugal y a Paris para recorrer después Latinoamérica. A principios de la
década de 1920 regresó de nuevo a España, trabajando en Madrid para retirarse
momentáneamente en 1926. Volvió al mundo
del arte en la década de 1927. Con
piezas adaptadas a la tradición popular, recorrió Europa, triunfando en París y
Berlín, y participó en los movimientos artísticos de la época, junto a Rafael
Alberti, Federico García Lorca, Edgar Neville o Ignacio Sánchez Mejías el
denominado torero intelectual, hombre
casado y que fue su amante. Se volvió a retirar para mantener la relación con
el torero y escritor español, aunque la nostalgia por remontar su carrera
profesional la hizo volver a los escenarios con la ayuda de su amante, quien
participó de manera activa en la búsqueda y contratación de los intérpretes de
sus próximas actuaciones.
En 1931, acompañada al piano con Lorca, grabaron 5 discos
gramofónicos de pizarra de 25 cm y 78 revoluciones por minuto (rpm) con una
selección de canciones preparadas por el poeta, titulado Colección de Canciones Populares Españolas. Entre los 10 temas
seleccionados estaban coplas como Los
Cuatro Muleros, Zorongo Gitano, Anda Jaleo o En el Café de Chinitas.
Con la llegada de la Segunda República formó una compañía de ballet
llamada Bailes Españoles de la
Argentinita junto a su hermana Pilar y el poeta García Lorca. La compañía
de la Argentinita contaba con figuras del flamenco de la talla de Juana la Macarrona, La Malena, Fernanda Antúnez,
Rafael Ortega y Antonio de Triana.
Al terminar su periplo por España,
llevó su espectáculo a Buenos Aires para bailar en el teatro Colón, desde donde
emprendió una larga gira por casi todos los países del continente americano. En
1936 volvió a España, pero huyó poco antes del estallido de la Guerra Civil
Española, viajando por Marruecos (Casablanca), Paris, Londres, Países Bajos,
Bélgica. Ya finalizada la guerra tras el triunfo del bando falangista, ella
permaneció en el exilio en Nueva York donde estableció su residencia. Allí se
convirtió en una de las estrellas más grandes de la danza internacional. El 28
de mayo de 1945 realizó su última interpretación en el Metropolitan en la obra orquestal el Capricho Español compuesta por Nikolái Rimski-Kórsakov en el año
1887.
Al terminar la función regresó al
hospital donde falleció el 24 de septiembre de 1945 debido a un tumor ubicado
en el vientre del que no quiso operarse para no abandonar la danza.
-BIBLIOGRAFÍA:
https://es.wikipedia.org/wiki/La_Argentinita
https://es.wikipedia.org/wiki/La_Argentinita
-COLECCIÓN DE CANCIONES POPULARES ESPAÑOLAS AUTOR:
FEDERICO GARCÍA LORCA.
ZORONGO GITANO
Las manos de mi cariño
te están bordando una capa
con agremán de alhelíes
y con esclavinas de agua.
Cuando fuiste novio mío
por la primavera blanca,
los cascos de tu caballo
cuatro sollozos de plata.
La luna es un pozo chico
las flores no valen nada;
lo que valen son tus brazos
cuando de noche me abrazas.
Tengo los ojos azules,
y el corazoncito igual
que la cresta de la lumbre.
De noche me salgo al campo
y me harto de llorar
de ver que te quiero tanto
y tú no me quieres ná.
La luna es un pozo chico
las flores no valen nada;
lo que valen son tus brazos
cuando de noche me abrazas.
te están bordando una capa
con agremán de alhelíes
y con esclavinas de agua.
Cuando fuiste novio mío
por la primavera blanca,
los cascos de tu caballo
cuatro sollozos de plata.
La luna es un pozo chico
las flores no valen nada;
lo que valen son tus brazos
cuando de noche me abrazas.
Tengo los ojos azules,
y el corazoncito igual
que la cresta de la lumbre.
De noche me salgo al campo
y me harto de llorar
de ver que te quiero tanto
y tú no me quieres ná.
La luna es un pozo chico
las flores no valen nada;
lo que valen son tus brazos
cuando de noche me abrazas.
ANDA JALEO
Yo me arrimé a un pino verde
por ver si la divisaba,
y sólo divisé el polvo
del coche que la llevaba.
Anda jaleo, jaleo:
ya se acabó el alboroto
y vamos al tiroteo.
No salgas, paloma, al campo,
mira que soy cazador,
y si te tiro y te mato
para mí será el dolor,
para mí será el quebranto,
Anda, jaleo, jaleo:
ya se acabó el alboroto
y vamos al tiroteo.
En la calle de los Muros
han matado una paloma.
Yo cortaré con mis manos
las flores de su corona.
Anda jaleo, jaleo:
ya se acabó el alboroto
y vamos al tiroteo.
por ver si la divisaba,
y sólo divisé el polvo
del coche que la llevaba.
Anda jaleo, jaleo:
ya se acabó el alboroto
y vamos al tiroteo.
No salgas, paloma, al campo,
mira que soy cazador,
y si te tiro y te mato
para mí será el dolor,
para mí será el quebranto,
Anda, jaleo, jaleo:
ya se acabó el alboroto
y vamos al tiroteo.
En la calle de los Muros
han matado una paloma.
Yo cortaré con mis manos
las flores de su corona.
Anda jaleo, jaleo:
ya se acabó el alboroto
y vamos al tiroteo.
SEVILLANAS DEL S XVIII
Viva Sevilla
Lleva las sevillanas
En las mantillas
Lleva las sevillanas
Viva Sevilla
Viva Sevilla
Y un letrero que dice
Viva Sevilla
Lleva las sevillanas
Y en las mantillas X2
Viva Sevilla
Lleva las sevillanas
En las mantillas
Lleva las sevillanas
Viva Sevilla
Viva Sevilla
Y un letrero que dice
Viva Sevilla
Lleva las sevillanas
Y en las mantillas X2
Viva
Triana
Vivan los trianeros
Los de Triana
Vivan los trianeros
Viva Triana
Viva Triana
Vivan los sevillanos
Y sevillanas
Vivan los trianeros
Los de Triana X2
Lo traigo andado
La Macarena y todo
Lo traigo andado
La Macarena y todo
Lo traigo andado
Cara como la tuya
No la encontraron
La Macarena y todo
Lo traigo andado X2
Que bien parece
Ay Río de Sevilla
Que bien parece
Ay Río de Sevilla
Que bien parece
Que bien parece
Lleno de velas blancas
Y ramas verdes
Ay Río de Sevilla
Que bien parece X2
Vivan los trianeros
Los de Triana
Vivan los trianeros
Viva Triana
Viva Triana
Vivan los sevillanos
Y sevillanas
Vivan los trianeros
Los de Triana X2
Lo traigo andado
La Macarena y todo
Lo traigo andado
La Macarena y todo
Lo traigo andado
Cara como la tuya
No la encontraron
La Macarena y todo
Lo traigo andado X2
Que bien parece
Ay Río de Sevilla
Que bien parece
Ay Río de Sevilla
Que bien parece
Que bien parece
Lleno de velas blancas
Y ramas verdes
Ay Río de Sevilla
Que bien parece X2
LLANTO POR LA
MUERTE DE IGNACIO SANCHEZ MEJÍAS. 1ª PARTE
A las cinco de la
tarde.
Eran las cinco en
punto de la tarde.
Un niño trajo la
blanca sábana
a las cinco de la tarde.
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal
ya prevenida
a las cinco de la tarde.
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte
y sólo muerte
a las cinco de la tarde.
a las cinco de la tarde.
El viento se llevó
los algodones
a las cinco de la tarde.
a las cinco de la tarde.
Y el óxido sembró
cristal y níquel
a las cinco de la tarde.
a las cinco de la tarde.
Ya luchan la paloma
y el leopardo
a las cinco de la tarde.
a las cinco de la tarde.
Y un muslo con un
asta desolada
a las cinco de la tarde.
a las cinco de la tarde.
Comenzaron los sones
del bordón
a las cinco de la tarde.
a las cinco de la tarde.
Las campanas de
arsénico y el humo
a las cinco de la tarde.
a las cinco de la tarde.
En las esquinas
grupos de silencio
a las cinco de la tarde.
a las cinco de la tarde.
¡Y el toro, solo
corazón arriba!
a las cinco de la tarde.
a las cinco de la tarde.
Cuando el sudor de
nieve fue llegando
a las cinco de la tarde,
a las cinco de la tarde,
cuando la plaza se
cubrió de yodo
a las cinco de la tarde,
a las cinco de la tarde,
la muerte puso
huevos en la herida
a las cinco de la tarde.
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la
tarde.
A las cinco en punto
de la tarde.
Un ataúd con ruedas
es la cama
a las cinco de la tarde.
a las cinco de la tarde.
Huesos y flautas
suenan en su oído
a las cinco de la tarde.
a las cinco de la tarde.
El toro ya mugía por
su frente
a las cinco de la tarde.
a las cinco de la tarde.
El cuarto se irisaba
de agonía
a las cinco de la tarde.
a las cinco de la tarde.
A lo lejos ya viene
la gangrena
a las cinco de la tarde.
a las cinco de la tarde.
Trompa de lirio por
las verdes ingles
a las cinco de la tarde.
a las cinco de la tarde.
Las heridas quemaban
como soles
a las cinco de la tarde,
a las cinco de la tarde,
y el gentío rompía
las ventanas
a las cinco de la tarde.
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la
tarde.
¡Ay qué terribles
cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!
LLANTO POR LA
MUERTE DE IGNACIO SANCHEZ MEJÍAS. 2ª PARTE
LA
SANGRE DERRAMADA
¡Que
no quiero verla!
Dile
a la luna que venga,
que no quiero ver la sangre
de Ignacio sobre la arena.
que no quiero ver la sangre
de Ignacio sobre la arena.
La
luna de par en par,
caballo de nubes quietas,
y la plaza gris del sueño
con sauces en las barreras
caballo de nubes quietas,
y la plaza gris del sueño
con sauces en las barreras
Que
mi recuerdo se quema.
¡Avisad a los jazmines
con su blancura pequeña!
¡Avisad a los jazmines
con su blancura pequeña!
La
vaca del viejo mundo
pasaba su triste lengua
sobre un hocico de sangres
derramadas en la arena,
y los toros de Guisando,
casi muerte y casi piedra,
mugieron como dos siglos
hartos de pisar la tierra.
pasaba su triste lengua
sobre un hocico de sangres
derramadas en la arena,
y los toros de Guisando,
casi muerte y casi piedra,
mugieron como dos siglos
hartos de pisar la tierra.
No.
Por
las gradas sube Ignacio
con toda su muerte a cuestas.
Buscaba el amanecer,
y el amanecer no era.
Busca su perfil seguro,
y el sueño lo desorienta.
Buscaba su hermoso cuerpo
y encontró su sangre abierta.
¡No me digáis que la vea!
No quiero sentir el chorro
cada vez con menos fuerza;
ese chorro que ilumina
los tendidos y se vuelca
sobre la pana y el cuero
de muchedumbre sedienta.
¡Quién me grita que me asome!
¡No me digáis que la vea!
No se cerraron sus ojos
cuando vio los cuernos cerca,
pero las madres terribles
levantaron la cabeza.
Y a través de las ganaderías,
hubo un aire de voces secretas
que gritaban a toros celestes,
mayorales de pálida niebla.
No hubo príncipe en Sevilla
que comparársele pueda,
ni espada como su espada,
ni corazón tan de veras.
Como un río de leones
su maravillosa fuerza,
y como un torso de mármol
su dibujada prudencia.
Aire de Roma andaluza
le doraba la cabeza
donde su risa era un nardo
de sal y de inteligencia.
¡Qué gran torero en la plaza!
¡Qué gran serrano en la sierra!
¡Qué blando con las espigas!
¡Qué duro con las espuelas!
¡Qué tierno con el rocío!
¡Qué deslumbrante en la feria!
¡Qué tremendo con las últimas
banderillas de tiniebla!
Pero ya duerme sin fin.
Ya los musgos y la hierba
abren con dedos seguros
la flor de su calavera.
Y su sangre ya viene cantando:
cantando por marismas y praderas,
resbalando por cuernos ateridos
vacilando sin alma por la niebla,
tropezando con miles de pezuñas
como una larga, oscura, triste lengua,
para formar un charco de agonía
junto al Guadalquivir de las estrellas.
¡Oh blanco muro de España!
¡Oh negro toro de pena!
¡Oh sangre dura de Ignacio!
¡Oh ruiseñor de sus venas!
No.
con toda su muerte a cuestas.
Buscaba el amanecer,
y el amanecer no era.
Busca su perfil seguro,
y el sueño lo desorienta.
Buscaba su hermoso cuerpo
y encontró su sangre abierta.
¡No me digáis que la vea!
No quiero sentir el chorro
cada vez con menos fuerza;
ese chorro que ilumina
los tendidos y se vuelca
sobre la pana y el cuero
de muchedumbre sedienta.
¡Quién me grita que me asome!
¡No me digáis que la vea!
No se cerraron sus ojos
cuando vio los cuernos cerca,
pero las madres terribles
levantaron la cabeza.
Y a través de las ganaderías,
hubo un aire de voces secretas
que gritaban a toros celestes,
mayorales de pálida niebla.
No hubo príncipe en Sevilla
que comparársele pueda,
ni espada como su espada,
ni corazón tan de veras.
Como un río de leones
su maravillosa fuerza,
y como un torso de mármol
su dibujada prudencia.
Aire de Roma andaluza
le doraba la cabeza
donde su risa era un nardo
de sal y de inteligencia.
¡Qué gran torero en la plaza!
¡Qué gran serrano en la sierra!
¡Qué blando con las espigas!
¡Qué duro con las espuelas!
¡Qué tierno con el rocío!
¡Qué deslumbrante en la feria!
¡Qué tremendo con las últimas
banderillas de tiniebla!
Pero ya duerme sin fin.
Ya los musgos y la hierba
abren con dedos seguros
la flor de su calavera.
Y su sangre ya viene cantando:
cantando por marismas y praderas,
resbalando por cuernos ateridos
vacilando sin alma por la niebla,
tropezando con miles de pezuñas
como una larga, oscura, triste lengua,
para formar un charco de agonía
junto al Guadalquivir de las estrellas.
¡Oh blanco muro de España!
¡Oh negro toro de pena!
¡Oh sangre dura de Ignacio!
¡Oh ruiseñor de sus venas!
No.
Que
no hay cáliz que la contenga,
que no hay golondrinas que se la beban,
no hay escarcha de luz que la enfríe,
no hay canto ni diluvio de azucenas,
no hay cristal que la cubra de plata.
No.
que no hay golondrinas que se la beban,
no hay escarcha de luz que la enfríe,
no hay canto ni diluvio de azucenas,
no hay cristal que la cubra de plata.
No.
¡Yo
no quiero verla!
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